miércoles, 18 de septiembre de 2013

Era verano llegaba septiembre


Como bien dice la canción que da título a este post, el verano se pasa volando y ya estamos a mediados de septiembre. Adiós jornadas interminables en la playa, adiós a los días en los que hay luz hasta las 10 de la noche, adiós a los pies descalzos, adiós a noches únicas con vestidos de tirantes, adiós a esas intensas miradas bajo la luz de los farolillos en la arena, adiós verano.


Pero lejos de caer en una depresión profunda yo me declaro fan de este mes (puede que sea la única).Y es que siempre se le ha demonizado pero tiene cosas increíbles. Yo me propongo disfrutar de él. ¿Te vienes?

Lo primero es comer en una terraza saboreando no solo el solomillo con roquefort, sino esos rayos del sol que aún calientan. Por supuesto en buena compañía para que la sobremesa dure hasta las seis de la tarde. Si eres de los que no hace sobremesa no eres de fiar.





Escaparte a finales de mes a una casa rural para evadirte de la ciudad es otra de las cosas que hay que hacer antes del invierno. Dar paseos hasta perderse y redescubrir tus pasiones dedicándote sólo a lo que te gusta: pintar, escribir o dormir. No olvides colgar el cartel de "no molesten".




Devorar un libro como si no hubiera un mañana. Recomendárselo a los de la oficina, familiares y amigos y darte cuenta de la verdad de esta frase:


Comprarte (por fin) un sofá de esos cómodos en los que acampar hasta el año que viene. Y ver pelis y más pelis en las frías noches de septiembre.


 Organizar una comida al aire libre con quien tú quieras. Nada de "es domingo y toca en casa de mis padres". Reunir a viejos amigos y que corra el (buen) vino.



Pero sobre todo, sé capaz de sorprenderte cada día. Y ríe, ríe mucho. Hasta quedarte sin aire y soltar lágrimas porque, si son de risa, son símbolo de un instante feliz, esos que componen los recuerdos que nos hacen estar vivos y seguir adelante.






Era verano llegaba septiembre...

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